Celosa de su imagen, doña Ana Mercedes Betances Liriano viuda Tolentino, se acomodaba constantemente en la silla para posar, sentada correctamente, ante el lente de la cámara de Jorge Cruz.
A sus 103 años, estaba enfocada en mantenerse elegante, una característica de su juventud, y con el lujo en el vestir con que ayudó a exhibir a muchas mujeres de la clase alta de Santiago, pues doña Mercedes, como le apodan, fue una famosa modista.
Siempre estuvo atenta durante la entrevista y demostró ser una mujer con buena educación y modales. Antes de dedicarse a la costura, se encargó de alfabetizar a niños desde su casa.
Responde cada inquietud mirando fijamente a los ojos. Y debido a que tenía gripe, se mantuvo con una toallita para taparse la boca cuando tosía.
Pese a que ha sido afectada de varios accidentes cerebro vasculares, respondió con coherencia y precisión, aunque hay que hablarle alto por dificultades para escuchar. Doña Mercedes se definió como una mujer alegre, que siempre le gustó la música, bailar y jugar dominó. Todavía se entretiene con las partidas de dominó que juega con familiares y vecinos. De forma espontánea, entona algunas canciones.
“Yo siempre dije que iba a complacer a mi Dios, porque a Dios le gustaba que uno estuviera alegre”, enfatizó.
Expuso que en su juventud cogía la sandía y se la pasaba por la cara, para limpiarse el cutis. Es amante de las flores.
Se considera una mujer muy cristiana, por lo que hace honor a la fecha en que nació, el 24 de septiembre, fecha en que se celebra el Día de la Virgen de las Mercedes. “Yo soy muy cristiana”, recalcó. Dice que nunca le gustó tomar alcohol, ni salir mucho de su casa.
Estuvo al punto de llorar cuando refirió que se molestó mucho con su marido, porque en una oportunidad se dirigió a ella con un término desagradable. “Me dijo desgraciada, y yo lloré mucho porque me quitó la gracia que Dios me dio”, expresó. Dijo que eso pasó porque en un tiempo su esposo bebía mucho y llegaba de madrugada a la casa embriagado, pero que ella se encerraba en la habitación y no le abría la puerta.
Antes había respeto
Resaltó que antes los muchachos respetaban mucho.
“A las señoras mayores había que decirles tía, pero ellas no eran tías de uno, pero si no les decíamos era una pela que nos iban a dar”, manifestó.
Contó que cuando se casó, a los 25 años, no salía de su casa a actividades sin su esposo. “La mujer que se respetaba lo hacía así, salía con su esposo”, comentó. Empero, observó que no todas las mujeres de su época mantenían esa conducta.
Narró que se enamoró de su marido porque cuando lo conoció mostró que era un hombre de respeto. “Él estaba frente a mi casa cuando cayó un aguacero, y prefirió mojarse que poner un pie en la galería. Me reclamó por qué lo dejé que se mojara. Y yo le dije: ‘pero yo no te conozco para dejarte entrar a mi casa’ ”, relató. Expresó que a él también le gustó la actitud de ella. Se casó por lo civil, primero, y luego por la iglesia católica. “Yo iba a la iglesia y veía que las otras recibían la sagrada hostia y yo no podía recibirla porque estaba casada por la ley, y se me salían las lágrimas cuando yo veía que no podía, se lo dije a mi esposo, y me dijo, te voy a complacer, y se casó conmigo”, rememoró.
Heredó pasión de su madre
La pasión por la costura la heredó de su madre, quien también era modista y ella se integró a esa labor cosiendo los ruedos de vestidos.
Luego, ya adulta, instaló en Santiago una “Casa de Novias”, donde vendía y alquilaba trajes de bodas, un negocio que se hizo famoso.
Además, contó que le gustaba enseñar a los demás, por lo que alfabetizó a 45 niños en su casa, la cual convirtió en una escuelita.
Después instaló una casa pensión para alquilar a estudiantes. “A mí me gustaba mucho trabajar”, expresó.
Dijo que hacía un caldero de dulce de batata con coco para vender.
Se ocupaba de la cocina
Cocinarle a su familia y preparar platos especiales, también le fascinaba, porque los hacía muy buenos. Por eso, aunque tenía trabajadoras, ella siempre se ocupó de cocinar para su familia.
“A mí me gustaba sazonar mi comida”, enfatizó. Su plato favorito es el tradicional dominicano, arroz, habichuela y carne.
Aunque su hija Thelma le recordó que preparaba unos espaguetis muy sabrosos. Ya no cocina, por la edad y los quebrantos de salud.
SEPA MÁS
Su origen y familia
Doña Ana Mercedes Liriano Betances viuda Tolentino nació el 24 de septiembre de 1916, en San José de Baitoa, Santiago. Su nombre lo lleva porque su natalicio se produjo el Día de la Virgen de las Mercedes.
Descendencia
Tiene 7 hijos, 19 nietos y 29 biznietos. Se casó a los 25 años con Jesús María Tolentino, primero por lo civil y luego por la iglesia.
Salud
La mayor preocupación de doña Mercedes es la falta de sueño. Dice llevar varios años que no puede dormir bien.
Jocosidad
Cuando terminó la entrevista, bromeó con su hija Thelma, con quien vive, comentándole que después de tantas fotos “ahora me voy a conseguir un novio”.