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miércoles, octubre 16, 2024

La equidad de género: más allá de las ventajas de ser mujer

De lectura obligatoria

Brenda Guerrero
Brenda Guerrero
Periodista

Por: Yasmin Cid Garcia

En los últimos días, un video viral ha suscitado debates en las redes sociales. En la grabación, se observa  a una mujer en medio de una protesta tocando indebidamente a un miembro de la Policía Nacional. Lo que me  resulta más inquietante es la reacción general: risas y burlas. Esto me lleva a preguntarme cómo serían los titulares  si la situación fuera inversa. ¿Qué ocurriría si un hombre tocara indebidamente a una mujer? Sin duda, la reacción  habría sido muy distinta.

Este incidente pone sobre la mesa una reflexión crucial sobre la equidad de género. Las mujeres hemos  luchado durante décadas por igualdad en derechos y oportunidades, pero ¿hasta qué punto estamos dispuestas a  asumir nuestras responsabilidades dentro de esa igualdad? No es coherente exigir equidad cuando, en algunos  casos, preferimos refugiarnos en las ventajas que nos otorga nuestro género. 

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En una sociedad verdaderamente equitativa, donde hombres y mujeres compartan las mismas  oportunidades y responsabilidades, el comportamiento de esta mujer no debería haber sido motivo de burla, sino  de reproche. En lugar de tratar el incidente como algo trivial, deberíamos condenarlo con la misma fuerza con la  que lo haríamos si los roles estuvieran invertidos. 

El feminismo, entendido en su verdadera esencia, aboga por la igualdad de género, lo que significa tanto  asumir derechos como deberes. Si realmente queremos equidad, no podemos permitirnos utilizar nuestro género  como excusa para evitar ser juzgadas bajo las mismas reglas que aplican a los hombres. En este caso, la situación  habría merecido una condena pública si un hombre hubiera tocado a una mujer de manera inapropiada. Entonces,  ¿por qué no exigir lo mismo en este caso? 

Es hora de que hagamos una pausa como mujeres y pensemos en lo que realmente significa la equidad.  No podemos pedir igualdad solo cuando nos beneficia y luego refugiarnos en nuestro género cuando no nos  conviene. Si pedimos igualdad salarial, oportunidades justas y un trato respetuoso en la sociedad, debemos estar  dispuestas a ser juzgadas con los mismos criterios, sin excepciones. 

Ser mujer no debe ser sinónimo de ventaja cuando se trata de la justicia o el comportamiento ético. Si aspiramos  a un mundo en el que hombres y mujeres se traten como iguales, debemos rechazar acciones que perpetúan la  desigualdad, incluso cuando esas acciones provienen de nosotras mismas.

Como mujer que respeta su rol en la sociedad, hago un llamado a la reflexión: debemos ser consistentes en nuestra  lucha por la igualdad y aceptar tanto los derechos como las responsabilidades que vienen con ella. La equidad de  género no se logra mediante privilegios, sino mediante un trato justo y equilibrado, en todos los ámbitos y para  todos, sin distinciones.

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