Santiago, RD Víctor Erarte, encontrado muerto en su residencia, con signo de violencia, fue torturado por su asesino antes de quitarle la vida, versión que fue confirmada por el segundo de cuatro hermanos del Folclorista de Santiago.
Rafael Cruz Erarte dijo que a su hermano lo estrangularon, le quitaron la vida de una manera cobarde, tras manifestar que su hermano no merecía una muerte tan cruel.
“Estamos destruidos, porque unos desaprensivos le quitaron la vida tan vil a mi hermano. Fue un asesinato horrendo, le destruyeron la cabeza, no se conforman con eso y, según me interés, también lo estrangularon”, dijo Cruz Erarte, hermano de la víctima.
Pidió las autoridades que por favor se aprieten el cinturón, porque en este país no se puede estar perdiendo la vida de esa manera.
Dijo que las personas salen a trabajar con el temor de que no saben si van a regresar sano y salvo a su casa a ver a su familia.
Los restos del folclorista Víctor Erarte (Vitico), están expuestos en la funeraria Blandino.
De acuerdo con informaciones de familiares, hoy se hará una misa de cuerpo presente en la capilla de la funeraria a las 11:00 de la mañana y luego se le dará cristiana sepultura en el cementerio de El Ingenio. Entre las informaciones preliminares que manejan los familiares, figura que las personas que penetraron a su residencia y lo mataron a golpes, lo hicieron para robarle.
Empleados
Pedro Pablo Ortiz Erarte, hermano de Vitico Erarte quien tenía 61 años, dijo que su pariente vivía solo en la casa número 14 de la calle Aquiles García, en el sector Jardines Metropolitanos y contaba con varios empleados.
Aún no se tiene informaciones de que si el Ministerio de Cultura, rendirá algún homenaje a quien vistió de colores el carnaval de Santiago por más de cinco décadas.
Por la muerte de Víctor Erarte, la Policía Nacional ha interrogado a decenas de personas, entre amigos y familiares, así como varios haitianos que trabajaban en el entorno de la casa del coreógrafo santiaguero. Tres personas habían sido detenidas tras el suceso.
por.Onelio Domínguez
