Una sociedad en shock
Conturbada ya por el clima de inseguridad ciudadana prevaleciente, la sociedad ha quedado estremecida por el horripilante asesinato del ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera, en su propio despacho, perpetrado por un hombre reputado como su amigo de infancia.
Las circunstancias en que se produjo este impensable atentado mortal han generado legítimas inquietudes sobre los niveles de seguridad personal que deben rodear a un funcionario de alta categoría y las medidas de protección que deben imperar en las instituciones a las que accede el público.
El que un individuo pudiese entrar armado a las instalaciones de un ministerio y, por demás, al mismo despacho del titular, es de por sí una falla grave de lo que elementalmente debería ser una norma inviolable en todos los departamentos del Estado.
A partir del funesto suceso de ayer, debe imponerse este rigor impidiendo el ingreso de personas armadas a esas instalaciones, lo que se logra con equipos de detección semejantes a los que utiliza el sistema de seguridad en entidades públicas y privadas.
Es muy penoso que un profesional joven y laborioso, dedicado al servicio público, en especial al cuidado de los recursos naturales y el medio ambiente, donde confluyen intereses diversos y a menudo incompatibles, haya sido víctima indefensa de la violencia ciega y brutal de un amigo suyo.
Este asesinato enluta a una familia de destacados servidores públicos, al gobierno mismo, que lo tuvo como uno de sus mejores y más eficientes ministros, al Partido Revolucionario Moderno y a la sociedad en sentido general, que aspira a vivir en paz, sin violencia ni sobresaltos, el ideal de la mejor convivencia social.
Orlando Jorge Mera
La sociedad dominicana atraviesa por un momento sobrecogedor por el asesinato de Orlando Jorge Mera.
Las manifestaciones unánimes de pesar y las muestras de solidaridad para con sus familiares y correligionarios, ha reflejado a una sociedad que de manera mayoritaria conserva intacta su sensibilidad.
Un episodio que consterna pero que deja el alivio de saber que el nuestro es un pueblo que aún no ha perdido la capacidad de indignarse, como se observa en el recogimiento colectivo y en las señales de duelo hasta de sus contrarios políticos, que arriaron sus banderas.
Estas estremecedoras escenas en un momento en que es tema de la agenda nacional la delincuencia, la violencia y la criminalidad, y en conocimiento de que Orlando dedicó su existencia a las mejores causas, ojalá que se constituyan en ofrenda para acabar con muchos de los males que corroen a esta sociedad.
Ojalá también que la desgracia que embarga a las familias Mera Villegas incite a la reflexión y aúne voces en un grito contra la violencia, lo que nos trae a la mente, convencidos de que su muerte no será en vano, las hermosas letras que en honor a la estudiante universitaria Sagrario Ercira Díaz escribió en 1972 Yaqui Núñez del Risco: “Como si fuera necesario el gran dolor de tu muerte para que cambie la gente”.
Quisiéramos que el eco que seguramente levantará este desgraciado acontecimiento no se convierta en un hecho episódico para después apagarse lentamente, sin que una investigación exhaustiva se encargue de establecer las causas y que el castigo caiga sobre el responsable.
Respetamos y acatamos la petición de consideración a su privacidad que hacen los familiares.
Es el mejor consuelo para una familia a la que se le ha tronchado de repente, sin despedirse, la vida de su ser querido, la que deseará en esta circunstancia aciaga conservar la imagen y recordar a Orlando desbordante y feliz.
Luto
Orlando Jorge Mera fue asesinado
El asesinato del ministro de Medio Ambiente Orlando Jorge Mera, un lunes de trabajo en su propio despacho, ha conmocionado a toda la sociedad.
El país guardará luto por él, pero es un luto que puede extenderse a todos los dominicanos. El asesinato de un alto funcionario, de un ministro, es un acto de terror que afecta a todos los ciudadanos.
Acostumbrado desde niño a una vida pública, por ser hijo de un presidente de la República, Orlando Jorge Mera fue siempre un político familiar para los dominicanos. Eligió seguir la trayectoria de su familia y vivió siempre ligado a la actualidad política, en el poder o en la oposición, de manera activa y partidaria, primero en el PRD, después en el PRM.
Su muerte deberá ser esclarecida hasta el último dato. La muerte a tiros de un ministro de Medio Ambiente despierta demasiadas conjeturas y esclarecerlas es un deber ineludible para las autoridades.
Queda dar el más profundo pésame a la familia, que ya pocas horas después de la tragedia, manifestaba su perdón al autor de la muerte de Orlando.
El trágico final de un servidor público: Orlando Jorge Mera
La muerte súbita del ministro de Medio Ambiente en pleno despacho desde el que dirigió frontales acciones en contra de usuales depredaciones a los recursos naturales, representa una sensible pérdida para el Estado en el que desempeñó más de una gestión importante, para su respetable familia y para la sociedad que siguió conturbada los detalles estremecedores de los violentos hechos de ayer por medios electrónicos.
Falta, en este momento, la precisión de motivaciones que llevaron a una persona de la confianza y cercano trato con el doctor Orlando Jorge Mera a disparar mortalmente contra un funcionario idóneo y laborioso en sangrienta ruptura de una amistad, según las informaciones recogidas inmediatamente después del homicidio.
No procede adelantar conjetura alguna en lo que las autoridades correspondientes pasan a estar en condiciones de informar los antecedentes y circunstancias de este horrible final de Orlando Jorge, cercano al pueblo dominicano que le vio ascender desde la adolescencia a la vida profesional a la sombra de su padre, el fallecido presidente de la República (1982-86) Salvador Jorge Blanco.
De él heredó su identificación con la política y las obligaciones de Estado, carreras tronchadas prematuramente en condición de víctima fatal antes de coronar una brillante hoja de servicios.
Condolencia a sus seres más cercanos que en medio de su dolor han solicitado respeto a su privacidad. Ha tocado sus puertas la dolorosa propensión a la violencia de estos tiempos.
En memoria de Orlando Jorge Mera
La figura de Orlando Jorge Mera se hizo familiar entre los dominicanos como aquel niño juguetón que corría por los pasillos del Palacio Nacional con la inocencia de un infante al que no le impresionaban las ínfulas del poder que representa esa sede.
Era el niño hijo del presidente de aquel entonces. Pero ni en ese periodo ni después Orlando Jorge Mera tuvo ínfulas. Se caracterizó por ser una persona afable, de buen trato y con un extraordinario don de gente.
Fue conocido por ser una persona conciliadora, tolerante y políticamente correcta. Así será recordado por sus familiares y amigos.
Su trágica muerte sorprendió al país. Su último suspiro lo encontró en el desempeño de sus funciones en el Ministerio de Medio Ambiente, labores que había abrazado con entusiasmo y determinación.
Las motivaciones del crimen se irán esclareciendo y la justicia actuará, pero nada podrá explicar el desprecio por la vida humana.
Ofrecemos una condolencia especial a los familiares de Orlando, muy en particular a su esposa Patricia Villegas y a sus hijos Orlando Salvador y Patricia Victoria, así como a su hermana Lidia Leticia.
El país está de luto.
Ha sido asesinada una buena persona, un político correcto y un funcionario público que se dedicó a servir.
Paz a su alma.
Un crimen horrendo
El ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera, no merecía ninguna de las siete balas con que su criminal le cegó la vida. Ha sido un acto horrendo, brutal, desconsiderado con toda la sociedad. Repugnante e imperdonable.
El país ha quedado estupefacto, profundamente adolorido, apesadumbrado. Un escenario sangriento como este no estaba en la proyección de lo posible. Una acción cobarde que enluta a las familias Jorge Mera, Jorge Villegas, amigos y relacionados.
No hay manera de comprender este crimen tan absurdo, sobre todo, ejecutado por alguien tan cercano a su víctima y a su familia.
Cómo este hombre Miguel Cruz acumuló tantas miserias humanas para ejecutar una acción criminal de esta magnitud.
LUTO
Orlando Jorge Mera, in memoriam
Su muerte violenta, a manos de un amigo de infancia, deja muchas interrogantes que deberán ser aclaradas por los investigadores del Ministerio Público.
La muerte violenta de Orlando Jorge Mera es una horrible tragedia que consterna a la sociedad dominicana.
Miguel Cruz, el supuesto amigo de infancia que le disparó en múltiples ocasiones, en su propio despacho, pudo penetrar a las instalaciones del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, y luego llegar al despacho del ministro, sin que nadie haya requisado si portaba arma de fuego o no, y sin que se le retuviera mientras se reunía con el funcionario.
Es la segunda vez que ocurre, en los últimos siete años. Ocurrió con el presidente de la Federación de Municipios yentonces alcalde de Santo Domingo Este, Juan de los Santos, y ahora con el ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera.
Hijo del expresidente de la República Salvador Jorge Blanco y de Asela Mera, padre del diputado Orlando Jorge Villegas, hermano de la vice ministra administrativa Dilia Leticia Jorge Mera. Orlando fue político desde muy jovencito, fue presidente de la Juventud del Partido Revolucionario Dominicano. Fue presidente del PRD. Dirigente del PRM. Representante del PRM en la Junta Central Electoral. Presidente del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones, abogado en ejercicio de grandes dotes profesionales.
Orlando Jorge Mera tenía un temperamento apacible, de voz siempre moderada, jamás se le vio con altanería por su condición de hijo de un presidente de la República. Fue militante de dos partidos políticos (PRD y PRM) y jamás mostró inclinación por la exaltación o la violencia.
Su muerte violenta, a manos de un amigo de infancia, deja muchas interrogantes que deberán ser aclaradas por los investigadores del Ministerio Público. El agresor mató a una persona honesta, tranquila, que cumplía con su deber, y se marchó del lugar para refugiarse en la parroquia Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, donde se identificó y fue entregado a la Policía y al Ministerio Público.
Cuando fue buscado se le pudo ver, desde lejos, con rostro tranquilo, como si pensara que aquí no ha pasado nada. ¿Perdió su contacto con la realidad? ¿Su rabia contra Orlando llevaba días y previamente planificó el crimen?
Las autoridades del Ministerio Público tienen la responsabilidad de descubrir la verdad sobre esta horrible tragedia.
Nuestra solidaridad con la familia Jorge Mera y Jorge Villegas. El gesto de perdonar al homicida los engrandece. La justicia debe actuar y debe procurar mantener con vida al autodeclardo autor de esta muerte. Es necesario evitar que Miguel Cruz atente contra su propia vida o que pueda ser agredido por otros reclusos.
Una cosa si debe quedar como desafío del gobierno y de los cuerpos de seguridad del Estado: Debe procurarse que nadie pueda entrar con armas de fuego a los espacios públicos. Nadie. Ni un pariente, ni un amigo, ni un militar vinculado con la función pública de referencia.
La tragedia de Orlando tiene que servir para corregir este terrible error de la seguridad en las instituciones estatales. No queremos más casos como los de Juan de los Santos y Orlando Jorge Mera.