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viernes, noviembre 22, 2024

DESPACHANDO CON EL SEÑOR PRESIDENTE DE LA REPUBLICA

De lectura obligatoria

Brenda Guerrero
Brenda Guerrero
Periodista

GENERACION CINCUENTA

Buenos días Señor Presidente, Cómo está usted y la familia, le inquirí de entrada hoy al mandatario en su despacho…..me contestó, todo bien hasta el momento, pero con muchas tareas pendientes por todo el país. Tú sabes Agustín que este país requiere la presencia del Presidente en cada una de las provincias y municipios para tener seguridad de que las obras prometidas dentro o fuera de la campaña, se van  a realizar y con celeridad. No me siento mal con eso porque  cada viaje me permite escuchar otras inquietudes de los ciudadanos, hacer nuevos amigos, consolidar amistades, y supervisar que los cuartos del pueblo se están invirtiendo bien y a tiempo.

Pero nada, vamos a lo que vinimos hoy miércoles. Recuerda que sólo son quince (15) minutos, no más, pues la agenda está dura. Aprovecho para decirte que para  hoy me tomé la libertad de invitar a los cuatro (4) grandes funcionarios que mencionaste la semana pasada al publicar nuestro encuentro: Paliza, Antoliano, Beltrán y Macarrulla. Es más, creí  prudente agregar a Daniel García Archibal, para que vean y escuchen como tú y yo compartimos políticas de Estado por el bien del país, sin ánimos de propiciar contradicciones a ultranza.

Los muchachos, como les digo a mis funcionarios de mayor cercanía gerencial y personal, me dijeron que estarían presentes a las 9 y 15 de la mañana, hora en que tú y yo empezamos a conversar. Ya faltan dos minutos para que lleguen. Entonces le  pregunto al Señor Presidente en ese breve lapsus de tiempo, si esos funcionarios tomarán la palabra durante nuestro encuentro, y me contesta que no, que ellos sólo escucharán y anotarán lo conversado entre nosotros para futuras decisiones administrativas, técnicas, y logísticas frente a las inquietudes de la sociedad. Le digo al Señor Presidente que me alegra dejar claro ese punto de vista, pues este contacto semanal es el de un simple ciudadano del pueblo del pueblo dominicano con el Presidente de la República, y no quisiera que desviáramos su naturaleza funcional semanal. El Señor Presidente acoge de manera favorable mis inquietudes, mientras saboreamos un café. En ese momento llegan los invitados, nos saludamos, se sientan y el Señor Presidente me dice que si empezamos con los temas dejados pendientes de la semana pasada, o si hay algo nuevo que requiera una urgencia mayor para tratarlo de entrada. Le digo sí Señor Presidente. Y cuál es esa novedad tan especial, inquiere el Primer Ejecutivo de la Nación? Las protestas en distintos puntos de la geografía nacional, le contesto. Me dice qué tú sugieres sobre ese aspecto tan sensible y medular del país?

Señor Presidente, y empiezo a exponerle. El gobierno que usted dirige tiene suficientes mecanismos estatales que pueden ser implementados para moderar esos naturales movimientos sociales, que para nada son represivos. Usar la fuerza, si es necesaria, es el último recurso.

La gente quiere soluciones a sus problemas, vivir en paz, disfrutar con sus familiares y amigos todas las semanas. Para mantener la sociedad en calma y disfrutando de su esfuerzo laboral, continúo diciéndole, usted tiene que impartir instrucciones precisas y claras a cada funcionario del gobierno, sin importar su nivel gerencial, que el pueblo requiere un trato sencillo, humilde, y humano hacia ellos, pero no un día, sino de manera constante. En estos tiempos se precisa de funcionarios que den seguimiento las acciones que decide el Presidente en sus provincias, municipios y barrios. Que los visiten más a menudo, pero que lleven palabras de aliento y bondad. Que dejen atrás la soberbia, la prepotencia y el engreimiento del cargo que transitoriamente ocupan.

Por ejemplo, el Ministro de Interior y Policía, Jesús Vásquez, debe armarse de valor social, y en estos momentos debe darse un nuevo baño de pueblo en el río boba de su tierra, en  Nagua. Quitarse el traje de funcionario y bajar con un dinámico equipo de trabajo a conversar con la gente de todo el país, sobre sus más sentidas inquietudes y hacer un levantamiento de ello. Estoy seguro que tanto usted como Chu Vásquez tendrían en su poder un informe más preciso y detallado de lo que piensa el pueblo a nivel nacional y como resolverlo, que lo que le podrían facilitar los organismos de inteligencia del Estado. Ahora, el Ministro Chu Vázquez, el hombre humilde de los callejones de Nagua, debe volver a su cuerpo y su conciencia para recuperar la confianza del pueblo en las ejecutorias del gobierno.

En ese momento los funcionarios presentes trataron de hacer algunas intervenciones y sugerencias, alzando las manos, pero el Señor Presidente los miró y les recordó el solemne compromiso asumido, de sólo escuchar nuestra conversación. Macarrulla, Antoliano, Beltràn, Paliza y Archibal, atinaron a decir, sí Señor Presidente. Entonces el Señor Presidente me dice, continúa Agustín, y le contesto, Gracias Señor Presidente. Esa importante labor del Ministerio de Interior y Policía debe ser apoyada por cada ayuntamiento del país, pues usted recientemente les asignó cuatro mil (4,000, 000.00) millones de pesos a través de la Liga Municipal Dominicana. También deben incursionar en esa acción combinada del gobierno, el plan social de la Presidencia de la República, el Ministerio de Obras Públicas, y el Inespre. Esta última institución no puede dejar en manos de las guagüitas plataneras las ventas a precios bajos de los productos alimenticios de primera necesidad, que requiere la sociedad, Señor Presidente.

Entonces qué tú sugieres, cuál sería una buena medida en ese sentido, me pregunta el primer ejecutivo de la Nación ante mi explicación? Escuchen muchachos con atención, lo que le dice al  gobierno un ciudadano común ante un problema urgente y sensible que afecta nuestra imagen pública. Señor Presidente, le expongo de nuevo, el Inespre debe estar instalado de manera permanente y a nivel nacional, en cada barrio, municipio y provincia, como un colmado más. Esas bodegas populares del Inespre deben contar con el respaldo permanente del Ministerio de Agricultura, el Instituto Agrario, y todos los demás organismos del área agropecuaria. Esa medida gubernamental puede traer ligeras diferencias con los grandes productores y exportadores agroindustriales, pero es mejor negociar y llegar a acuerdos con ellos, que con un pueblo hambriento, y sin interlocutores gubernamentales que atiendan sus reclamos.

Recuerde, le digo además al Señor Presidente, la oposición siempre va a protestar, y exigir mejores condiciones de vida, posición que es lógica. Pero con un pueblo alimentado, sus hijos en las escuelas, los hospitales equipados, la justicia funcionando como es debido, su gobierno no tendrá que volver a tirar guardias y policías a las calles como sucedió la semana pasada en el sector capitalino de capotillo, y varias provincias del interior del país. Disculpe mi insistencia Señor Presidente, pero su gobierno necesita que todos sus funcionarios dejen la pose del saquito nuevo y limpio, y pasen a la acción cotidiana junto al pueblo, frente al pueblo en cada barrio del país. Esa necesaria y fructífera acción no es sólo de un día, es de todos los días, todas las semanas, todos los meses, y todos los años.

Finalmente, le sugiero al Señor Presidente sobre el tema: Incluirlo en su próximo consejo de gobierno, de modo que cada funcionario conozca la estrategia y no alegue ignorancia posteriormente. Con toda humildad el Señor Presidente se comprometió a tratar con sus más cercanos colaboradores esas ideas que de manera rápida le expuse en nuestro contacto semanal y personal. En eso lo llamó su  Señora Esposa, Doña Raquel Arbaje de Abinader, Primera Dama de la República, y por supuesto, el Señor Presidente atendió la llamada. Hablaron del almuerzo de ese día y los invitados que irían a la casa. El Señor Presidente le reconfirmó su presencia puntual a Doña Raquel. Al concluir la llamada me dijo, continuemos, pero como sabes la familia es la familia, y siempre hay que atenderla en primer lugar. Archibal, Paliza, Beltrán, Antoliano y Macarrulla se quedaban sorprendidos por la forma horizontal, y  sencilla con el que Presidente me escuchaba y motivaba a seguir hablando sobre temas del día a día en el país.

Adelante, adelante, me dijo de nuevo. Le dije, trataré brevemente los temas dejados en agenda la pasada semana, pues el tiempo apremia y usted tiene otros asuntos que atender y despachar. El tema de la planta Punta Catalina definitivamente no cuenta con el aval del Pueblo Dominicano, Señor Presidente. Busque una alternativa más saludable y digerible para la sociedad dominicana. Miró a sus más cercanos colaboradores y asintió de nuevo hacia mí, y con un gesto facial de aprobación, me hizo entender que podía continuar con los demás aspectos de la agenda pasada.

Le propuse en ese instante al Señor Presidente que le iba a mencionar los temas para que èl los colocara en el orden de su predilección, y me dijo bien, adelante. Le recordé: El Turismo, el precio de los combustibles, los altos precios de la canasta familiar, y los cambios de funcionarios el 27 de febrero próximo. Ya habíamos tratado de nuevo Punta Catalina, y como aspecto principal del día las protestas populares, el Ministerio de Interior y Policía, y la integración de distintos organismos del Estado para llevar paz y sosiego a los habitantes de la Isla.

 En eso sonó el teléfono de nuevo, miró su reloj y me dijo es casi seguro que sea la Jefa Máxima de nuevo, Doña Raquel. Efectivamente, ella era le dijo su secretaria. Dile que la atiendo personalmente en unos cinco (5) minutos. Me dice en ese instante, mira Agustín esos temas pendientes son sumamente importantes como para tratarlos de prisa ahora. Te propongo lo asumamos la próxima semana con amplitud, y me pregunta: Tienes algunos diferentes de cierta importancia, pero de trato breve? Le contesto de manera afirmativa. Me dice pues adelante, nos quedan cinco -5- minutos.

Señor Presidente, le externo, debe analizar el trato dado a la activista cultural, escritora, intelectual de la Diáspora Dominicana en New York, EE.UU., Lourdes Batista Jakab. Su reciente destitución del cargo de Comisionada de Cultura se pudo hacer en cualquier momento, pero no de esa forma. No sé quién o cómo, pero el funcionario que recomendó su cancelación a usted, no lo hizo de buena forma. Le sugirió mal, lo hizo al parecer con saña y premeditación. Creo que esa mujer de bien, dinámica trabajadora de la cultura dominicana en New York, debe ser tratado personalmente por usted, y mantenerla en el equipo cultural del gobierno.

Otro aspecto cultural de gratísima importancia, pero en el plano local, es el de reconocer la extensa y positiva labor del Maestro Carlos T. Martínez, ciudadano ejemplar del país. Ese hombre de bien, de extraordinaria convicción patriótica, realizó el pasado lunes 21 de febrero en curso la edición veinte y cinco (25) de su fabuloso libro GRANDES DOMINICANOS. Además, aprovechó ese día y puso en circulación dos novelas y un ensayo sobre la Historia de Acroarte, institución fundamental de las manifestaciones artísticas en el país, de la cual fue su Primer Presidente. Don Carlos T. Martínez, merece Señor Presidente que usted y su obra de gobierno reconozcan la trayectoria moralmente limpia y sumamente laboriosa de ese GRAN DOMINICANO. Le sugiero un acto en el Palacio Nacional en el transcurso del presente año, con todos sus amigos y familiares, sobre todo, con  los cronistas de Arte y Los Grandes Dominicanos que ha reconocido.

En vez de cinco (5) minutos, pasaron siete (7), y nos despedimos amablemente. Me dio las gracias por la visita de esta semana, y me dijo: Te espero el próximo miércoles a las 9 y 15 minutos de la mañana, sin falta. Ya le dije a Doña Milagros que me agradaría su presencia en nuestra reunión semanal. Mi secretaria y mi asistente Beltrán te contactarán como todas las semanas. Hasta pronto. Gracias Señor Presidente por sus atenciones, le contesté. Todos sus asistentes y funcionarios marcharon junto a él y hablaban mientras caminaban en los pasillos del Palacio Nacional.

Agustín Cortés Robles

Ciudadano Común del Pueblo Dominicano.

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