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El Vaticano tomó medidas el viernes para mejorar la regulación de los movimientos religiosos laicos: impuso límites al mandato de sus líderes y exigió que sus elecciones internas representen a sus miembros.
El Pontificio Consejo para los Laicos, la oficina vaticana encargada de la supervisión de estos grupos, tomó medidas contra las asociaciones de fieles, un mundo que en gran medida no está regulado, luego de que se reportaron algunos caos de abusos de autoridad y mal gobierno.
Abogados canónicos y teólogos dijeron que las medidas eran tal vez un indicio de que otros movimientos laicos que han florecido durante el último medio siglo pero que habían podido gobernarse por sí mismos, podrían enfrentarse a una iniciativa similar.
La oficina supervisa unas 109 asociaciones internacionales entre las que están Camino Neocatecumenal, Comunión y Liberación, la Obra de María (o Movimiento de los Focolares) y la Comunidad de San Egidio.
En un decreto publicado el viernes y una nota explicativa aprobada por el papa Francisco, la oficina dijo que las normas de gobierno eran necesarias para disuadir la aparición de los cultos a la personalidad en torno a los fundadores de los movimientos; para reducir los conflictos entre sus miembros y para animar al relevo generacional dentro de las comunidades.
El decreto impone un mandato de cinco años, renovable una vez, para los cargos de gobierno y exige que todos los miembros tengan voto, de forma directa o indirecta, en las elecciones comunitarias.
Según la oficina vaticana, las pautas son necesarias porque la ausencia de límites a los mandatos había favorecido “la personalización, la centralización y las expresiones de autorreferencialidad que pueden causar fácilmente violaciones serias de la dignidad y la libertad personal, e incluso abusos reales”.
El teólogo Massimo Faggioli apuntó que Francisco, que es jesuita, sabe bien que los miembros de las comunidades religiosas pequeñas pueden ser manipulados y dijo que el decreto “es una advertencia para todos ellos”.
“Esto es muy grande», dijo Faggioli acerca de la nueva normativa. Aunque el decreto se aplica solo a los grupos que están bajo la supervisión de la oficina vaticana, “envía un mensaje a todos los demás», añadió.
Faggioli destacó que durante los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, estos movimientos solían ser vistos como el futuro de la Iglesia católica y se les dejó autorregularse siempre y cuando se mantuviesen fieles a la ortodoxia y la fe de la Santa Sede.
Pero los últimos años mostraron que estas comunidades pueden fomentar una cultura y “dinámicas de poder» poco sanas, especialmente en torno a sus carismáticos fundadores, agregó.
Recientemente se reportaron varios casos de fundadores de movimientos laicos que abusaron sexualmente de sus miembros y situaciones en las que se han negado a ceder el control de sus comunidades, incluso después de la intervención del Vaticano.