EFE
JAPÓN.- Las palmas del público y las voces de los futbolistas sobre el césped fueron este sábado los únicos sonidos audibles en las gradas del Estadio de Saitama 2002, donde unas 7,000 personas contemplaron en riguroso silencio un partido de la liga japonesa.
Este es el modelo nipón para el regreso de los espectadores a las competiciones deportivas durante la pandemia de coronavirus, que ha permitido que cada vez haya más público en las gradas y que está siendo estudiado con atención por los organizadores de Tokio 2020 de cara a los Juegos Olímpicos previstos para el próximo verano.
El Estadio Saitama 2002, ubicado al norte de Tokio y construido para el Mundial de Fútbol que acogieron en ese año en Japón y Corea del Sur, tiene un aforo de 63.700 espectadores, pero este sábado sus gradas presentaban un aspecto desangelado y un ambiente mucho más frío de lo habitual.
En el partido de la J-League disputado en el feudo de los Urawa Reds contra el Yokohama FC había unas 7.000 personas, debido a que los clubes de la primera división nipona han decidido por ahora mantener la entrada por debajo de los 10.000 espectadores con el objetivo de ir aumentándola progresivamente hasta el 50 % del aforo.
Todos los asistentes debían pasar por un control de temperatura corporal y lavarse las manos con gel desinfectante a la entrada, remitir datos personales y de su estado de salud durante los últimos días y llevar mascarilla.
Además, en las gradas se aplica un distanciamiento de al menos un metro entre cada espectador -de modo que al menos haya un asiento vacío entre cada aficionado-, y se impone un estricto código de conducta que prohíbe el contacto físico y todo acto susceptible de dispersar partículas de saliva en el aire.
No se permite por tanto cantar, gritar, silbar con los dedos, usar megáfonos, agarrarse del hombro o abrazarse, según las directrices de la liga nipona, que en cambio sí permiten animar a los equipos tocando las palmas o usando carteles, bufandas y banderas.
Los típicos cantos coordinados a la perfección y coreados durante todo el partido por la incansable afición nipona no tienen cabida en este contexto, y en su lugar llega a las gradas con total claridad el sonido del golpeo de balón de los futbolistas, las indicaciones de técnicos y jugadores o los pitidos del árbitro.
“Hay demasiado silencio. Es un poco triste, la verdad… Me gustaría poder cantar las canciones de mi equipo para animar, pero es lo que hay”, dicen a Efe Kotaro y Kiki, una pareja de jóvenes aficionados de los Reds.
“Creo que no se pude hacer otra cosa. Es un poco triste pero tenemos que aceptarlo. Si la situación (de la pandemia) se tranquiliza, esperamos poder volver a animar como antes, así que por ahora toca tener paciencia”, señala también con resignación Suzumu Ogai, otro seguidor del equipo de Saitama.
“Lo que más echamos de menos es poder abrazarnos y chocar la manos en los goles” añade su esposa Keiko.
Los seguidores de los “Diablos Rojos”, además, se marcharon a casa con la decepción de ver caer a su club por 0-2, lo cual no les impidió despedir con aplausos a su equipo, octavo en la clasificación de la J-League.
Los aficionados nipones al fútbol y al béisbol, los dos deportes más populares del país, pueden volver a disfrutar de las competiciones nacionales en vivo desde comienzos del pasado julio, cuando el Gobierno comenzó a relajar las restricciones de acceso sobre eventos multitudinarios con motivo de la pandemia.
Japón dio un paso más el pasado día 19 al permitir una entrada mayor de público en los estadios y tiene previsto seguir avanzando en este sentido, siempre que el número de nuevos contagios de coronavirus siga bajo control y manteniendo medidas de seguridad sanitaria.
El comité organizador de los Juegos de Tokio y el COI señalaron esta misma semana el caso nipón como ejemplo de que es posible la presencia de espectadores en las gradas pese a la pandemia, y vienen enviando a observadores a los estadios para aprender lecciones prácticas y su potencial uso para los JJOO retrasados al próximo año.