Cuando en el país llegamos a esta última etapa de la campaña electoral, sobre todo porque en esta fase se elige el presidente de la Republica, algunos miembros de los partidos involucrados en la contienda, sufren una metamorfosis conductual extraordinaria, llegando incluso a enemistarse de personas de su propio litoral político partidista.

Existen personas en el país que no toleran el libre juego de la democracia representativa, y llegan a incidir de manera tan determinante en un proyecto político, que imponen una metodología violenta, obstinada, y perversa de hacer proselitismo por los candidatos que apoya. Existen en todos los partidos, y los líderes de estos tienen que perder más tiempo en confortar esa persona, que en planificar estrategias que posibiliten el tan anhelado triunfo.
Independientemente de ese criterio partidario, corresponde a la Junta Central Electoral y al gobierno, garantizar un proceso electoral diáfano, en armonía y paz al Pueblo Dominicano. Estos dos organismos fundamentales del cuerpo estructural de la Nacion, deben mandar cuanto antes una clara señal a la Sociedad Dominicana de que el desborde de los intereses y las pasiones políticas no empañarán esta cita tan especial, que determina los causes del país en su devenir histórico.
La generación del siglo veinte que aún queda con vida en el siglo veinte y uno, y aquellos jóvenes, que aunque nacidos en las dos ultimas décadas del siglo veinte, pertenecen al presente momento, requieren de las máximas autoridades de la Nacion un proceso de votación que permita que la vida continúe inexorablemente.
Tanto el presidente de la República, como el Presidente de la Junta Central Electoral, son los máximos responsables ante el país, y el mundo que nos observa, de materializar con apego a la ley, unas elecciones de cara al sol.
Acciones truculentas, brabuconadas, y resabios de mal gusto como los que en tiempos recientes ha vivido la Nacion, no pueden ni asomarse a cada una de las mesas electorales distribuidas a nivel nacional y en los espacios donde hacen vida activa nuestros hermanos de la diáspora. Hay que ser radicalmente firmes ante cualquier conato que desaprensivos deseen previamente preparar, o lleven a cabo el mismo día del proceso en contra de la estabilidad democrática de la Nación.
Este sufrido país no puede volver a vivir un sobresalto electoral como el del pasado mes de febrero del año en curso. Cada partido político que amarre sus fieras y sus intereses, porque el próximo domingo 05 de julio, queremos paz y tranquilidad para ejercer nuestro sagrado derecho al sufragio.