La vida de mi madre, ni la de nadie, vale un millón de pesos”, con esas palabras define el joven Miguel Alejandro Martínez la impotencia que siente al enfrentar el vacío de cobertura que le ha dejado el Seguro Familiar de Salud (SFS) para tratar el cáncer de mama de su madre, luego de que se le terminara el millón de pesos por afiliado por año que establece el sistema para enfermedades de alto costo.
Narra que desde hace dos años él y sus dos hermanos han vivido una situación, que no desean a nadie, en busca de que su madre, María Mariana Morel, de 59 años, pueda recuperar su salud. Afirma que aunque el seguro médico le ha estado respondiendo, solamente en co-pagos y en pagos de medicamentos e insumos que están fuera de cobertura han gastado un millón 600 mil pesos del bolsillo familiar.
En visita a Listín Diario, Miguel Alejandro hizo un llamado de atención y pidió al Consejo Nacional de la Seguridad Social (CNSS) buscarle solución a ese tope de cobertura, porque cuando se termina genera un vacío, ya que ahora tienen la disyuntiva de que el tratamiento que está recibiendo su madre cuesta 150 mil pesos semanales, sólo tuvieron cobertura de dos semanas de parte de la aseguradora porque se terminó el fondo y en el Programa de Alto Costo del Ministerio de Salud no lo aceptan porque el tratamiento está incluido en la Seguridad Social.
Se trata de tres jóvenes hermanos: Miguel Alejandro que es ingeniero civil; otro que es músico de la Orquesta Sinfónica Nacional, y el otro, Bartender, que luchan día a día para que su madre pueda sobrevivir a la enfermedad que le ha llevado a someterse a 16 sesiones de quimioterapia; una mastectomía doble; 36 sesiones de radioterapia; seis meses de quimioterapia en pastillas, y tres cirugías para biopsias en el pulmón, donde hizo metástasis.
“Nosotros por lo menos, los tres todavía estamos con ella, no hemos construido nuestro propio núcleo familiar, trabajamos desde muy jóvenes, recibimos solidaridad de gentes cercanas y aún así estamos pasando por situación económica difícil, al punto que hasta mis amigos del colegio me depositan 2,000 pesos y eso lo valoro muchísimo” , explica.
Pide que se modifique la Ley de Seguridad Social y se aumente el tope del millón de pesos porque la gente queda desprotegida. Además, dice, que hay muchas cosas que afectan al afiliado, como por ejemplo que hay que pedir cartas a la ARS, y tarda cinco días para decir que no hay cobertura, y, en la Dida, hay que pasarse todo el día.
“Cuando alguien está enfermo deberían facilitarte las cosas, porque los familiares nos esforzamos mucho, pero resulta que mientras el cáncer está, la vida sigue, hay que seguir trabajando pagar casa, servicios, tarjetas; comprar comida y medicinas; darle alimentación especial al paciente; pago de transporte, y por mucha empatía que te tengan en el trabajo, tienen un punto para los permisos”, dice.
LOS HECHOS
Todo tuvo su inicio en 2018
Triple negativo Explica que en enero del 2018 a su madre se le detectó un nódulo y le diagnostican cáncer triple negativo de seno. Ahí empieza su trajinar por el sistema de salud, que asegura, en la mayoría de los casos el trato recibido te hace sentir que estás pidiendo y no exigiendo un derecho.
Cuestiona. “Uno se pregunta, cómo es posible que nos pasemos toda la vida trabajando, cotizando un seguro; nunca se usa, y al necesitarlo se nos niegue la cobertura”.
Protección “Yo me siento un privilegiado del sistema, pero veo que esto le pasa a mucha gente, y tú ves a la gente vendiendo cosas y rifando, haciendo filas para que le hagan una carta a computadora, cuando se supone que estás en un momento vulnerable y lo que más necesitas es de un Estado que te proteja”, reflexiona.
Por: Doris Pantaleón