La crisis que estremece nuestra nación evidencia que el modelo político-institucional impuesto por la invasión militar de los EEUU en 1965, reforzado a largo de 55 años de recolonización económica y cultural, y deteriorado en mayor grado por el impacto de la globalización neoliberal del capitalismo y la corrupción estatal, debe ser radicalmente superado.
En estas circunstancias es imperioso reivindicar la pertinencia y contenidos de la Revolución Constitucionalista que encabezaron los coroneles Fernández Domínguez y Caamaño, brutalmente obstruida por la invasión militar de EEUU. El momento indica que el proyecto de nación que encarnó la revolución inconclusa de abril de 1965 debe ser retomado y renovado.
Medio siglo de negación de soberanía, perversión del sufragio, entronización de la corruptela y degradación de la política tradicional, crisis de salud y deterioro ambiental, fortalecen la pertinente de la rebeldía popular para refundar el Estado, sus instituciones y el proyecto de sociedad basado en democracia real, justicia y solidaridad.

Se trata ya de una cuestión de vida o muerte, de supervivencia de la sociedad afectada y amenazada en su salud colectiva y en sus medios de vida.
La pandemia, montada sobre la decadencia del sistema de dominación, ha puesto al desnudo las lacras acumuladas.
¡CAAMAÑO VIVE, LA LUCHA SIGUE!