Con un tabaco en la boca y buches de alcohol, desde una residencia de San Francisco de Macorís, epicentro de la pandemia del coronavirus en República Dominicana, se transmite cada noche la fiesta más caliente y morbosa en los tiempos de cuarentena. Su ruido llegó hasta un pastor evangélico que reprendió la transmisión virtual y le advirtió a su anfitrión que Dios lo castigará si no para.
«Díganle a Don Miguelo que dijo el pastor que si no para los live de pornografía las manos de Dios se encontrarán con él y él tendrá que darle cuentas a Dios por las malas prácticas que está haciendo», expresó el pastor Maiker Carpiadosa.
El ministro evangélico indicó que supuestamente el Instagram se paraliza «cuando Don Miguelo comienza a hacer el show de mujeres semidesnudas».
El pastor lamentó que «en vez de la gente estar reflexionado y la gente estar pensando en cómo arreglar con Dios, supuestamente se está distrayendo, ¿por qué?, porque la pornografía se está trayendo en público a través de estos live».
A través de su Instagram, el exponente urbano Don Miguelo dejó su faceta musical para convertirse en un novedoso DJ/locutor que anima con sus ocurrencias y los temas escogidos y, sobre todo, propicia en la transmisión la participación de mujeres a las que poco les falta para un desnudo total, excitando a una audiencia descomunal nunca antes vista en el país en una historia de Instagram. En algún momento la audiencia llegó a 350 mil k.
Mientras su pueblo lucha contra la vida y la muerte, Don Miguelo convoca a la gran fiesta que para los más conservadores es absolutamente morbosa, de irrespeto a las mujeres y de falta de sensibilidad por lo que le pasa a su gente.
Que las mujeres «enseñen carne» en su programa virtual «De O a 10» parece más motivante para sus seguidores que el propio sentido de alegría o ánimo que de seguro en un principio fue la intención sana y válida de Don Miguelo.