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viernes, noviembre 22, 2024

Cadena perpetua por una matanza de periodistas en Filipinas

De lectura obligatoria

Brenda Guerrero
Brenda Guerrero
Periodista

La Vanguardia

Ha tenido que pasar una década, crearse un tribunal especial y llorarse el asesinato de al menos tres testigos para que los autores de la masacre de Ampatuan, una de las peores de la historia de Filipinas, hayan recibido finalmente su castigo. Sucedió ayer, cuando en Manila se leyó un veredicto que condenaba a los hermanos Andal jr. y Zaldy Ampatuan a cadena perpetua (lo que en este país equivale a 40 años de cárcel), una pena recibida por otros 28 acusados de matar a sangre fría a 58 personas, 32 de las cuales eran periodistas.

El 23 de noviembre del 2009, esos informadores se unieron al convoy de familiares y partidarios de Esmael Magundadatu, que acudía a presentar su candidatura a gobernador de la provincia de Maguindanao, en la isla de Mindanao. Tradicionalmente, este era un feudo del poderoso clan de los Ampatuan, que controlaban la zona con su milicia privada, por lo que esa candidatura suponía un desafío directo a Andal jr., primogénito del patriarca del clan y exgobernador Andal Sr. Ampatuan.

Antes de alcanzar su destino, el convoy –en el que no viajaba el candidato pero sí su esposa– fue interceptado por una banda de pistoleros, que los secuestró, asesinó con saña y enterró en una fosa común. Se calcula que unas 200 personas participaron en la matanza, incluidos policías y soldados estatales a sueldo del cacique.

Incluso en un país acostumbrado a la violencia política como Filipinas, la escala de esta matanza sorprendió a la mayoría. Además, la masacre volvió a poner el foco en la cultura de la impunidad que reina en este archipiélago, donde el poder se lo reparten entre unas cuantas dinastías políticas, así como los peligros que corren los periodistas por su labor en estas tierras, que son de las más mortíferas para los informadores.

De los 197 sospechosos iniciales, 117 fueron arrestados, y de ellos, 101 estaban ayer pendientes de sentencia. Además de los 30 condenados a cadena perpetua por asesinato, otros 15 recibieron penas de entre 6 y 10 años de cárcel por colaboración, mientras que 55 fueron exculpados. El cacique de la familia, que también era sospechoso, falleció en el 2015.

Fuera del tribunal, los familiares de las víctimas se sintieron aliviadas al conocer la condena a los principales sospechosos, aunque algunos tenían sentimientos encontrados dado el alto número de absoluciones. “Estamos felices por la decisión pese a que no todos han sido condenados”, resumió Jergin Dela Cruz, que tenía 16 años cuando su madre murió en la emboscada.

Por: ISMAEL ARANA | HONG KONG, CORRESPONSAL

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